Las consecuencias para el RB19 de Max Verstappen si continúa actuando de manera desobediente hacia los ingenieros del equipo Red Bull deben ser consideradas cuidadosamente.
El piloto holandés, que actualmente es el bicampeón del mundo vigente, llegará al Gran Premio de Australia, la tercera carrera del campeonato de Fórmula Uno, con un fuerte deseo de venganza tras acabar segundo detrás de Sergio Pérez en Arabia Saudita.
En esa carrera, Super Max desobedeció las instrucciones de su ingeniero de mantener cierto ritmo a pesar de que ya estaba empatado en el segundo lugar. Gianpiero Lambiase fue el director técnico de la carrera.
La frustración de no poder acercarse al primer puesto le hizo forzar más el coche, desgastar los neumáticos y como consecuencia de todo ello arrebatarle a Checo la vuelta más rápida, la que le daría un punto extra.
Más allá de la posibilidad de que los dos pilotos del equipo austriaco se involucren en una especie de «guerra», puede ser más costoso de lo que Max piensa el llevar el auto al límite.
Las razones son dos: primero, el automóvil puede tener problemas y requerir el reemplazo de piezas, lo que resulta en sanciones; segundo, el auto puede obligarlo a retirarse de algunos GP y no otorgarle ningún punto, lo que sería muy molesto para él.