Por un lado, Europa se está convirtiendo cada vez más en un centro de producción de cocaína, generando en las autorizaciones una preocupación por el aumento de las incautaciones de drogas en el continente, existe otro motivo de alerta y se llama Rusia.
Además de la invasión de Rusia a Ucrania, que trajo consecuencias energéticas y una fractura político-económica, en el tema del narcotráfico, en los últimos años, Rusia se convirtió en un punto de tránsito de cocaína para los mercados europeos.
Apenas hace una semana, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia, FSB, informó que incautó casi 700 kilogramos de cocaína en el país, que se planeaba distribuir en la Unión Europea. Dos ciudadanos colombianos y un ciudadano de la Unión Europea serían los responsables de transportar el lote mayorista de la droga, de acuerdo con la agencia rusa de noticias Tass.
Sin embargo, no es la única incautación a gran escala. A finales de marzo, agentes de policía en San Petersburgo incautaron 200 kilogramos de droga con un valor de más de 10 millones de dólares en el mercado negro.
Se ha visto recientemente en el país. A finales de marzo fueron incautados en San Petersburgo 200 kg de cocaína en un camión que transportaba frutas provenientes de Latinoamérica. Cantidades similares se han encontrado en ocasiones anteriores.
Anteriormente, Amberes, en Bélgica y Róterdam, en los Países Bajos, así como también en puertos de España e Italia eran las principales puertas de entrada de este polvo blanco, pero los mayores controles han obligado a una ruta alternativa para los traficantes.
Es importante recordar que la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) estima que el mercado de cocaína en Europa genera ganancias de entre $8,300 millones y $11,500 millones dólares, por lo que el crimen organizado busca mantenerlo.