Decenas de manifestantes causaron destrozos el miércoles en una de las puertas de acceso al Palacio Nacional de la Ciudad de México mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador ofrecía su conferencia matutina, acto que el mandatario calificó como una «provocación» y que está relacionado con la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.
Los manifestantes, en su mayoría encapuchados, lanzaron gases, rompieron vidrios e incluso dañaron con una camioneta una de las puertas de Palacio Nacional, donde despacha el mandatario, mientras López Obrador ofrecía su habitual rueda de prensa diaria.
«Es una actitud, en el mejor de los casos, política, muy de confrontación en contra nuestra, de provocación», explicó el mandatario a pregunta de periodistas.
«Nosotros no queremos para nada la confrontación», agregó López Obrador en el salón Tesorería del Palacio Nacional.
De acuerdo con el mandatario, en la protesta participaron activistas alentados por abogados y allegados a los padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural «Raúl Isidro Burgos» de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero (sur), desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014 y cuyo paradero sigue sin conocerse.
López Obrador dijo que ese tipo de manifestaciones se han registrado en los últimos días en otras oficinas gubernamentales, como la Secretaría (ministerio) de Gobernación, ante la proximidad del décimo aniversario de la desaparición de los jóvenes.
El mandatario mexicano prometió que se reunirá dentro de 15 ó 20 días con los padres de los estudiantes desaparecidos, una vez que cuente con más pruebas en torno al caso.
«Todavía estamos haciendo investigaciones, nos hacen falta, y me voy a reunir con ellos en su momento», indicó el presidente.
Desde su campaña por la Presidencia, López Obrador prometió esclarecer el caso de la desaparición de los 43 estudiantes, en el que ha señalado «manipulación» de los investigadores anteriores a su gobierno para proteger a ciertos participantes.
Una de las hipótesis es que los estudiantes fueron secuestrados por policías, que los habrían entregado a miembros del grupo criminal Guerreros Unidos bajo sospecha de que se trataba de integrantes de una organización rival.