Años antes del fatal accidente con gas, la enfermera Ana Lilia Gutiérrez Ledesma confesó a su hermana Verónica que sentía tal compromiso con el prójimo que sin dudarlo podía dar la vida por cualquiera de sus pacientes si se presentara la necesidad.
El día de la tragedia
Y como si algo más allá de nuestro entendimiento escuchara las palabras de esta profesional de la salud, la situación para que ella diera muestra de su entrega humana y profesional se le presentó la mañana del 29 de enero de 2015.
Ese día, poco antes de las siete, llegó el camión cisterna de Gas Exprés Nieto a las puertas del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. Como siempre, se permitió el acceso del vehículo a las instalaciones de la clínica, y una vez estacionado, los operadores desplegaron la gruesa manguera para iniciar con la descarga de combustible al tanque de la cocina.
La explosión
Un aterrador sonido de gas escapando puso en alerta a los gaseros y activó los cerebros adormilados de los empleados del hospital que no tenía mucho que habían llegado a laborar.
Gritos imperativos entre operadores para tratar de controlar la fuga, arribo de los bomberos, pisadas de gente corriendo para cerrar válvulas a toda velocidad, voces alarmadas que pedían a médicos y enfermeras desalojar el hospital porque todo podía volar en segundos y, por último, un tremendo estallido cuya resonancia jamás saldrá de la memoria de los sobrevivientes.
El rescate, acto heroico
Con dos pisos colapsados por la explosión, los cuerpos de emergencia se dieron prisa para salvar al personal y pacientes atrapados. Fue ahí cuando los rescatistas se sorprendieron al ver que casi ningún bebé del cunero murió: gran parte de los recién nacidos sobrevivieron gracias a una enfermera que se dedicó a sacarlos para ponerlos a salvo, era Ana Lilia Gutiérrez Ledesma.
Su cuerpo sería encontrado entre los escombros, entre los brazos traía a un bebé a quien protegió a costa de su propia vida. El infante que traía consigo sobrevivió.
Los testimonios
Conforme pasaron las horas se sumaron testimonios sobre el acto de heroicidad de la enfermera de 57 años de edad: que en cuanto se empezó a fugar el gas ella reaccionó de inmediato para sacar a los bebés, que hizo oídos sordos de las voces de los médicos que le dijeron que saliera del hospital para salvar su propia vida, que cargó de hasta dos neonatos para poner a salvo a un total de 18.
También se supo que Ana Lilia Gutiérrez llevaba ocho años trabajando en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa sin siquiera tener un puesto base, desnudando así la precaria situación en la que labora gran parte del personal de salud del entonces Distrito Federal.
Homenaje a Ana Lilia Gutiérrez
Se le hizo un homenaje en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, luego alguien convocó sin éxito a reunir firmas en change.org para que la clínica donde perdió la vida llevara su nombre. Pese a ello su nombre y acto heroico se ha ido perdiendo con los años.
Buscando información sobre su vida descubrí que Ana Lilia Gutiérrez egresó en 1981 del Instituto Marillac, una escuela que ayuda a hombres y mujeres de bajos recursos a prepararse como enfermeras y enfermeros, ahí obtuvo la cédula 0705431. Se casó, tuvo dos hijas, inició una especialidad por la UNAM, misma que estaba en vías de concluir, se divorció. Hasta el último día siempre hizo lo que le decía su llamado, ser una enfermera responsable capaz de dar la vida por sus pacientes.