Raúl Vera, obispo Emérito de Saltillo, Coahuila, aseguró que la guerra contra el narcotráfico, iniciada por el expresidente Felipe Calderón, fue una estrategia para controlar a la gente, despojarla de sus derechos fundamentales, y no para acabar con el crimen organizado.
“Calderón lo que estaba haciendo era, y después lo estaba haciendo Peña Nieto, mantener en la impunidad todos los crímenes que se cometían en México con la falsa historia de la guerra contra el narcotráfico. Mantener control de población, la gente no tenía ojos ya para ver lo que estaban quitando”, dijo hoy a Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, durante el programa “Los Periodistas”, de La Octava.
El obispo Emérito calificó la gorra otra el narcotráfico como un instrumento y una farsa.
“La guerra contra el narcotráfico era un instrumento, en las manos del Gobierno, para intimidar al pueblo mexicano. todos los crímenes, empieza la desaparición forzada, los secuestros”, destacó.
Dijo que durante este periodo, en ningún momento se persiguió el lavado de dinero ni a los cárteles del crimen.
“La guerra fue un simulacro. No perseguían el lavado de dinero. No perseguían a los cárteles, qué hacían. El Ejército andaba en las calles contra la Constitución”
Para el obispo Vera, “la guerra contra el narcotráfico, era una militarización del país, y segundo, una vil, una sofisticación de que el Gobierno esta en contra de los cárteles, mentira, los cárteles seguían creciendo”.
A la par, recordó que en 2011 llegó a México el Tribunal Permanente de los Pueblos y concluyó, tras escuchar los testimonios sobre violaciones a derechos humanos, que el Estado mexicano era “un Estado criminal“.
“En estos tribunales se escuchaban todas las violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno para preparar”, agregó.
Añadió que con el pretexto de confrontar al narcotráfico, el Gobierno impulsó una “transformación estructural de las leyes, de todos los derechos sociales que nos dio la Constitución de 1917; empiezan a desbaratar toda la defensa del territorio, del medioambiental, la defensa de nuestros energéticos, la defensa del trabajo”.
Al expresidente Felipe Calderón Hinojosa y a su “guerra contra el narcotráfico” se debe que México sea considerado un gran cementerio. Cientos de miles de víctimas por la lucha entre cárteles antagonistas y contra el Gobierno federal, decenas de miles de desaparecidos, incremento en las torturas y ejecuciones extrajudiciales por la militarización de la seguridad son la huella que dejó el exmandatario, quien tampoco se exenta de casos de corrupción como la construcción de la Estela de Luz.
A 10 días del arranque de su sexenio, el 11 de diciembre de 2006, Calderón Hinojosa emprendió desde su tierra natal la lucha frontal contra el crimen organizado al arrancar la “Operación Conjunta Michoacán”, un megaoperativo en el que los militares tomaron las calles y las carreteras de la entidad. Así dio inicio a su estrategia de “militarización”, que duró toda su gestión y se extendió hasta el sexenio del priísta Enrique Peña Nieto.
“Como consecuencia de la inercia de estas estrategias, México ha acumulado cifras alarmantes de personas muertas, torturadas, desaparecidas y desplazadas, y como resultado de la violencia generalizada se ha desencadenado corrupción y la impunidad”, destacó la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los derechos Humanos (CMDPDH) en su informe “Violaciones graves a derechos humanos en la guerra contra las drogas en México”.
De acuerdo con un informe de la ONU, realizado en junio de 2014 y presentado por el Relator Especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Christof Heyns, durante la administración de Felipe Calderón (2006–2012) se registraron 102 mil 696 homicidios dolosos, de los cuales 70 mil fueron relacionados con la guerra contra el narcotráfico, no obstante, en ese entonces Heyns aclaró que debido a la falta de investigaciones claras es imposible tener certeza de cuáles fueron ocasionados por las organizaciones del crimen organizado y cuáles por elementos de seguridad del Estado.
Para organizaciones de la sociedad civil, las violaciones a los derechos humanos se dispararon con el incremento de militares en labores de seguridad cuando el expresidente Felipe Calderón Hinojosa lanzó la llamada guerra contra el narcotráfico.
El encarcelamiento de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública Federal, el hombre fuerte de Calderón y encargado de diseñar y ejecutar la estrategia contra el crimen organizado, catapultó los señalamientos al sexenio calderonista, pues si se le halla culpable, significa que la campaña militarizada fue un enorme y costoso operativo (en términos económicos y humanitarios) para mantener en la cúspide al Cártel de Sinaloa.
Información vía: Sin Embargo