La esperada pelea entre Saúl «Canelo» Álvarez y Terence Crawford, programada para el próximo 13 de septiembre en el Allegiant Stadium de Las Vegas, no será transmitida por televisión abierta en México. Será la primera vez en 43 combates del tapatío que sus fanáticos no podrán verlo por esta vía.
La plataforma Netflix adquirió los derechos exclusivos de transmisión en vivo a nivel mundial, lo que deja fuera a las televisoras mexicanas, incluida TV Azteca, con la que Canelo ha tenido una relación comercial de larga data para la difusión de sus peleas.
La decisión ha generado molestia entre aficionados, periodistas deportivos y figuras vinculadas al boxeo. Muchos señalan que la exclusividad digital marca un parteaguas en la manera en que se accede a este tipo de eventos deportivos en México.
Durante la presentación del cinturón especial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), su presidente Mauricio Sulaimán reveló que Netflix rechazó cualquier tipo de negociación con canales mexicanos, incluso para emitir la pelea en diferido. “No accedieron a algún tipo de negociación, aunque fuera en diferido”, afirmó Sulaimán.
Box Azteca, el proyecto boxístico de TV Azteca, fue el principal afectado, ya que tenía un contrato directo para cubrir las peleas de Canelo. Sin embargo, este acuerdo quedó sin efecto ante la decisión de Netflix de mantener los derechos globales en exclusiva.
Por su parte, el periodista deportivo Rodolfo «El Jefe» Vargas comentó en entrevista con Récord que el problema no fue económico, sino de incumplimiento contractual. “No estamos hablando de una cuestión económica ni monetaria, eso estaba resuelto. La empresa poseedora de los derechos no quiso echar reversa para abrir la ventana en México”, explicó.
Dicha empresa es parte del conglomerado que organiza y distribuye la pelea, liderado por The Ring y Turki Alalshikh, asesor de la Corte Real de Arabia Saudita, quien también ha estado involucrado en otros grandes eventos boxísticos internacionales.
Todo apunta a que Turki Alalshikh, en su papel como promotor y contratista principal del evento, fue quien decidió centralizar la distribución de los derechos con Netflix, dejando fuera cualquier acuerdo con medios tradicionales mexicanos, a pesar de los intentos por recuperar parte del control.
Esta decisión representa un cambio significativo en la forma en que millones de aficionados mexicanos acceden a las peleas de su ídolo, y ha provocado críticas ante la creciente exclusividad digital que limita el acceso a eventos deportivos de interés nacional.