Cruella, la obsesión de hacer precuelas innecesarias

La nueva cinta de Disney ya está en cartelera. Aquí Te dejamos nuestra reseña.

No vivimos en una crisis creativa dentro del séptimo arte. Afortunadamente existen cintas, guiones y directores que se esfuerzan en entregar a la audiencia materiales auténticos y bien ejecutados que, además de entretener, retan al espectador a generar una discusión y proponer nuevas maneras de entender el cine.

Evidentemente Cruella no forma parte de ese tipo de cine, lo que no necesariamente es algo negativo. Ver una película palomera para pasar el rato es completamente válido, el problema comienza cuando los productos que nos entregan bajo dichas características carecen completamente de fondo y recargan su sustento en la forma. Si a esto le sumamos la simplicidad de entregar precuelas, secuelas y spin-offs tenemos como resultado Cruella; una película con mucha forma, pero lenta y aburrida.


De la mano del australiano Craig Gillespie, el mismo director de la aclamada, I, Tonya, llega a las pantallas Cruella, la historia de la famosa villana de 101 Dálmatas. Y aquí es donde comienzan los problemas. Al contar con un marco de referencias tan amplio con una novela, una película animada y una adaptación para cines, parece un tanto innecesario contar algo más acerca del universo en el que se desarrolla la historia.

Si a esto le sumamos el claro freno creativo que le pusieron a Gillespie para contar una historia mucho más edulcorada que cruda, nos enfrentamos a casi dos horas de secuencias llevadas de buena manera rellenadas de música icónica, cliché moderno del que hacen uso muchas producciones actuales como Suicide Squad o Guardianes de la Galaxia.

La ganadora del Oscar, Emma Stone, interpreta a Cruella, una huérfana con talento para la moda y confección que trata de abrirse paso en Londres. Tras la muerte de su madre conoce a sus inseparables compañeros Gaspar y Horacio, quienes la ayudan en su ascenso y la acompañan mientras Cruella descubre su verdadera personalidad. Con interpretaciones un poco caricaturizadas y un argumento un tanto forzado, llegamos lentamente al tercer acto a revelar la verdadera raíz de nuestra protagonista, que trata de colocar las bases para entender a la villana que llevamos tantos años conociendo.


Al ver esta película tal vez deberíamos relajarnos un poco. Al final es una película para un público joven, para vender mercancía, o para entender la tendencia de disfraces del Halloween de este año. Pero no podemos dejar de lado los errores en los que cae, empezando por la temporalidad. El diseño de producción es sobre saliente, los decorados y el montaje son bastante buenos, pero resulta muy confuso colocarnos dentro de una línea temporal al no tener bien estructurado dentro del guión un marco de tiempo concreto. Por momentos sentimos que estamos ubicados dentro de los años 70 y 20 minutos después nos presentan artefactos o situaciones que nos mueven 10 años antes o después, lo que ayuda a no poder entrar en la convención de la cinta.

Mientras las actuaciones tratan de ser coherentes, no podemos evitar sentir un poco exageradas ciertas situaciones. Las canciones de Iggy Pop, The Clash o The Rolling Stones brillan durante sus apariciones, pero no parece que tengan otro sentido más que remembrar esos éxitos y colocarlos dentro de la escena. La fotografía a cargo de Nicolas Karakatsanis, nos recuerda la manera en la que colocaba la cámara en Angel, dando un efecto de seguimiento vertiginoso y rápido a los personajes, pero de nuevo, cuando parece que va a culminar en algo bueno, aparece el freno de mano de Disney con algún gag o narración que corta toda acción. Por otra parte, el CGI es bueno a secas, mientras que en muchos momentos termina por ser evidente y poco detallado.

Al final Cruella no es un desastre. Tal vez un tanto lenta y exagerada, pero no fracasa del todo. El elenco rescata lo que puede con el guión que tiene. Sorprende mucho que al contar con la calidad del director Craig Gillespie no se haya explotado del todo lo que hemos visto que logra, pero al mismo tiempo se entiende el tipo de producción que es, quien maneja los hilos de la cinta y, para qué y porqué se hizo la película. No es culpa de los espectadores el hecho de que las productoras nos sigan entregando secuelas y precuelas de sus grandes cintas, por algo funcionan y venden, pero quizás sea momento de comenzar a pedir cosas nuevas y dejar de revolcarnos en las historias que ya conocemos y no queremos soltar.


Calificación: 2 estrellas de 5

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