Desde 2018, México participa activamente en la búsqueda de vida en otros planetas a través del Observatorio SAINT-EX, que es operado por el Instituto de Astronomía de la UNAM en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California.
En el proyecto colaboran también las Universidades de Berna, Cambridge, Lieja y el National Centre of Competence in Research Planets, organismo dependiente de la Fundación Nacional para la Ciencia Suiza, que desde junio de 2014 se dedica a estudiar el origen y evolución de planetas extrasolares, es decir, de aquellos que se encuentran fuera de nuestro Sistema Solar.
SAINT-EX, que tiene un espejo principal de un metro de diámetro, ha sido bautizado así en honor del aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), autor de El Principito.
A principios de este año, el SAINT-EX descubrió una estrella enana roja, TOI-1266 –a 120 años de la Tierra– que tiene dos planetas orbitando en torno a ella: TOI-1266 b y TOI-1266 c.
A las enanas rojas se les denomina así porque son astros pequeños y relativamente fríos (de ahí su color). Su masa y diámetro son inferiores a la mitad del diámetro y masa del Sol y representan el tipo más común de estrellas en nuestra galaxia. Se calcula que existen en la Vía Láctea 160 mil millones de enanas rojas.
Debido a que son relativamente frías, su tamaño permite que el agua pueda estar en estado líquido en la superficie de los planetas que las orbitan, lo que hace que sean sitios potencialmente habitables.
Comparado con los planetas de nuestro Sistema Solar, a TOI-1266 b le toma solo 11 días dar la vuelta completa a la estrella TOI-1266, mientras que a TOI-1266 c le toma 19 días. Tengamos en cuenta que la Tierra le da una vuelta completa al Sol en 365 días.
Ambos difieren claramente entre sí, ya que el planeta interior -así se le llama al más cercano a la estrella- TO1-1266 b, que técnicamente se le denomina sub-neptuniano, mide un poco menos de 2.5 veces el diámetro de la Tierra, mientras que TOI-1266 c mide un 1.5 más, por lo que éste último pertenece a una categoría de mundos llamados supertierras, que se distinguen por tener entre una y diez veces la masa terrestre. Ambos se encuentran a una distancia menor que la que separa al Sol de Mercurio.
La doctora Yilen Gómez Maqueo Chew, coordinadora del proyecto SAINT-EX e investigadora de la UNAM, comentó a Aristegui Noticias que, debido a la pandemia de Covid-19, desde marzo no han realizado observaciones y ello seguirá así hasta que no esté garantizada su seguridad: “Afortunadamente habíamos comenzado a observar esta estrella [TOIC-1266] en enero y febrero de este año, entonces tuvimos suficientes datos que se complementaron con datos de otros observatorios, pero no pudimos obtener más datos nuevos”.
Sobre la posibilidad de encontrar agua en la atmósfera de alguno de los dos planetas descubiertos, Gómez Maqueo dijo: “Con SAINT-EX no podemos tener las mediciones precisas para ver eso. Para ver cómo es la atmósfera de los planetas en TOIC-1266 necesitaríamos telescopios como el James Webb Space Telescope que va a ser lanzado próximamente por la NASA”.
Señaló que cuentan con listas de estrellas para explorar la existencia de exoplanetas. “Una de las listas que usamos es la de estrellas enanas ultra frías, que son las estrellas más pequeñas, más frías y menos masivas que existen en la galaxia. Entonces, una de las cosas que SAINT-EX quiere hacer es buscar planetas alrededor de estas estrellas, que tienen masas como de 20% la masa del Sol y menor”, aseguró.
La búsqueda de mundos fuera de nuestro Sistema Solar se consolidó en los años 90 del siglo XX cuando, en 1995, los astrónomos estadounidenses Michael Mayor y Didier Queloz, hallaron el primer planeta orbitando otra estrella, 51 Pegasi b, en la constelación de Pegaso, a 50 años luz.
Hasta la fecha han sido encontrados 4,296 planetas extrasolares situados en diversas regiones de nuestra galaxia. En 2017, científicos a cargo del Telescopio Espacial Kepler de la NASA, dieron a conocer la existencia de 10 exoplanetas con condiciones similares a las de la Tierra, donde el agua podría encontrarse en superficies rocosas.
Aunque existen varias técnicas para encontrar mundos que orbitan otras estrellas, entre las más socorridas se encuentran la de velocidad radial y la de tránsito.
La primera se basa en el efecto Doppler, que se produce cuando un objeto se acerca al observador y genera un corrimiento hacia el azul porque las ondas de luz se comprimen, mientras que, cuando se aleja (corrimiento hacia el rojo), las ondas de luz dejan de estar comprimidas. Entonces, al medir estas variaciones de corrimiento hacia el azul o hacia el rojo, los astrónomos pueden detectar si existe un planeta que orbita una estrella, ya que cuando es así se producen estas oscilaciones en el astro.
La técnica de tránsito, a la que recurrieron los científicos de SANT-EX, consiste en observar los sutiles cambios en la intensidad de la luz que produce una estrella cuando un planeta orbita delante de ella. Así, un telescopio desde la Tierra que dirija su espejo hacia una estrella que se encuentre en algún punto del universo, medirá estas pequeñas variaciones en la luminosidad, dado que el planeta se interpone entre el telescopio y el astro como si de un eclipse se tratara.
Hace algunos años, el gran astrónomo y divulgador de la ciencia Carl Sagan (1934-1996), dijo que “si estamos solos en el universo, sería un gran desperdicio de espacio”. Por lo que, tal vez, para no sentirnos tan solos en este vasto sitio, nuestro instinto humano nos ha impulsado a buscar a otros seres.
O quizá sea porque sabemos que, en algún punto incierto del futuro, la Tierra dejará de ser habitable cuando el Sol termine su ciclo vital y agote todo su combustible, o bien, se convierta en una gigante roja cuyo intenso calor llegue a Júpiter o Saturno y ello nos obligue a buscar otro planeta donde poder sobrevivir como especie.
Información vía: Aristegui Noticias