El papa Francisco acudió este jueves a la cárcel romana de Regina Coeli para conmemorar la Última Cena con un grupo de presos, manteniendo una tradición que ha seguido desde el inicio de su pontificado en 2013, a pesar de su frágil estado de salud.

La visita, que no había sido confirmada previamente por el Vaticano debido a su convalecencia, se realizó pasadas las 15:00 horas locales. Francisco, de 88 años, fue recibido por la directora del centro penitenciario y sostuvo un encuentro con unos 70 reclusos.

Aunque se ausentó de la misa Crismal de la mañana en San Pedro, el pontífice decidió conservar este gesto simbólico del Jueves Santo. Durante su papado, ha dedicado esta fecha a visitar cárceles, centros de refugiados o instituciones de personas vulnerables, con excepción de los años de pandemia.

Francisco continúa recuperándose tras su hospitalización de 38 días por una neumonía bilateral, de la que fue dado de alta el pasado 23 de marzo. No participará en todos los ritos de Semana Santa, que han sido delegados a cardenales como Baldassare Reina, quien presidirá el Vía Crucis en el Coliseo.

No obstante, el Papa ha escrito las meditaciones del Vía Crucis y se espera que realice algunas apariciones durante la Pascua. Ya se sorprendió con su presencia al final de la misa del Domingo de Ramos y ha hecho visitas privadas, incluso sin sotana, para rezar en basílicas de Roma.

En sus salidas recientes se le ha visto sin tubos de oxígeno, y fuentes vaticanas aseguran que su dependencia de la terapia está disminuyendo, lo que indica una mejora progresiva en su estado de salud.