Como millones de mexicanos, Brandon Moreno encontró en su familia el apoyo necesario para no rendirse en momentos difíciles y seguir sus sueños, que cristalizaron en convertirse en el primer campeón mexicano de UFC.

Con la ayuda de sus padres y un negocio de fabricación de piñatas, el actual monarca de peso mosca comenzó su viaje hacia el éxito en MMA, pero no fue solo eso. Lo que aprendió en ese puesto lo ayudó a conquistar el octágono.

Brandon relató que pasaba horas haciendo piñatas y decorando escobas.

“Las piñatas son parte de mi vida, fueron parte de mi desarrollo y con lo que crecí. Desde que tengo uso de razón, mis papás crearon una empresa familiar y siguen trabajando en eso. Llegó un punto en mi vida en el que me alejé de la escuela y me puse a trabajar 100 por ciento en la empresa y es algo con lo que estoy agradecido, fue lo que aportó para desarrollar la mentalidad de trabajo duro”.

Moreno lucirá su cinturón ante la brasileña Alexandre Pantoja el sábado y espera volver a aplicar lo que aprendió haciendo piñatas: la disciplina.

Recuerda con cariño cómo irrumpió en el mundo, ahora número 1, gracias a un enorme anuncio en la calle de su ciudad natal de Tijuana.

“Fue muy de casualidad. Iba terminando la primaria, estaba de vacaciones. Mi mamá empezó a buscar algún lugar para hacer algo y encontramos las artes marciales mixtas”, compartió. “Era un deporte desconocido y vimos un espectacular muy bonito que tenía jiu-jitsu, muay thai y kick boxing; pedimos informes y comencé”.

Hoy, 12 años después de su primera carrera, admite que en ese momento estaba nervioso.

“En mi primer combate amateur estaba muerto de miedo, era en un salón de baile y estaba en una silla de plástico. En ese entonces, peleé en un ring. Fue una exhibición, nadie ganó, pero —al bajar— la sensación fue muy chida”.