Ubicado al norte de la ciudad de Morelia, en los límites de Michoacán con Guanajuato, este cuerpo lacustre es el segundo cuerpo de agua natural más grande del país, solo detrás del lago de Chapala en Jalisco.
Su formación se estima que data desde hace ocho millones de años, lo que también lo convierte en uno de los lagos más antiguos del mundo.
Pese a esto, nada se ha hecho para detener su desaparición, pues hoy en día luce casi en su totalidad como un llano seco, lo que ha prendido las alarmas de los habitantes de la zona, pues de él dependen al rededor de cuatro mil familias, cuyas actividades económicas están ligadas a su sustentabilidad.
El principal motivo de su desaparición se debe a las actividades humanas, que han mermado la vida de este sistema lacustre.
Construcción de caminos, deforestación, cambio de uso de suelo, que han explotado el agua del subsuelo para huertas de aguacate y berries, así como la construcción de fraccionamientos debido al crecimiento de las ciudades, ha intensificado la explotación del agua, lo que impacta de forma casi letal al Cuitzeo.
Los organismos que tendrían que velar por la preservación de este importante lago, son la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, sin embargo han permanecido indiferentes.
En un intento por exigir la actuación inmediata de las autoridades y causar conciencia en la comunidad, se ha lanzado una petición en la plataforma Change.org en la que solicitan la restauración ecológica del lago, que hasta el momento ha recaudado más de 20 mil firmas.