Estados Unidos confirmó su retirada de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), efectiva a partir del 31 de diciembre de 2026, argumentando que la membresía ya no responde a sus intereses nacionales.

La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, explicó que “continuar participando en la UNESCO no redunda en el interés nacional de EE.UU.” y acusó al organismo de impulsar una “agenda globalista” y causas “divisivas” que contradicen la política de “América Primero” impulsada por Donald Trump.

Entre las razones citadas, el gobierno estadounidense señaló la admisión del «Estado de Palestina» como miembro pleno, calificándola como contraria a su política exterior y promotora de retórica antiisraelí dentro de la organización.

Esta decisión marca el regreso de una política exterior más aislacionista que caracterizó el primer mandato de Trump (2017–2021), cuando también se retiró de organismos como la OMS, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el Acuerdo de París y el pacto nuclear con Irán. Estas medidas fueron revertidas por su sucesor, Joe Biden, tras asumir el cargo en 2021.

Aunque Estados Unidos permanecerá como miembro pleno hasta finales de 2026, su enfoque en organismos internacionales cambiará. Según Bruce, se centrará en “promover los intereses estadounidenses con claridad y convicción”.

La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, lamentó la decisión y afirmó que el organismo ya estaba preparado, tanto operativa como presupuestariamente. La UNESCO recordó que, si bien EE.UU. aporta el 22% del presupuesto regular, su contribución representa solo el 8% del total, ya que gran parte proviene de aportaciones voluntarias que se han duplicado desde 2018.

Azoulay también indicó que no se esperan despidos, y destacó que la falta de fondos estadounidenses no ha impedido proyectos emblemáticos como la reconstrucción del casco viejo de Mosul, iniciada en 2018.

Esta será la tercera salida de EE.UU. de la UNESCO, tras abandonos previos en 1984 bajo el gobierno de Ronald Reagan, y en 2017 durante la primera presidencia de Trump.