¿Eres un león o eres un cordero? Frase que forma parte del monólogo, un tanto forzado, con el que abre la nueva cinta del director inglés J. Blakeson, planteando la idea de que el mundo es un lugar cruel donde debemos decidir ser presa o depredador. En este caso nuestra protagonista, Marla Grayson, interpretada por Rasmund Pike, nos deja claro desde el primer momento en el que sale a cuadro que es una mujer empoderada que no teme a ensuciarse las manos para lograr sus cometidos. Junto con su novia Fran, interpretada por la mexicana Eiza Gonzáles, se dedican a estafar personas adultas despojándolos de sus pertenencias, cuentas e inmuebles haciéndose pasar por tutoras legales que cuidan de ancianos. Todo marcha bien hasta que se meten con la madre del tipo equivocado, un mafioso ruso llamado Roman Lunyov, llevado a la pantalla por Peter Dinklage.
La premisa es buena, tal vez un poco básica en temas de agenda social, pero sin duda relevante. Los problemas para la cinta comienzan justo después de la primera mitad, cuando el anécdota empieza a repetirse en frases trilladas y lugares comunes. Sumándole un guión completamente a modo para que nuestras protagonistas se salgan con la suya de la manera más irreal posible. Los cabos sueltos y la manera tan sencilla en la que los problemas se resuelven termina por dejar un sabor agridulce en el espectador, que pasando los primeros 30 minutos solo espera a que la película acabe. Pareciera que el guion tuvo una chispazo interesante, mismo que termina por matar y enterrar entre exageraciones y vueltas absurdas.
No me mal interpreten, la película trata, con poco éxito, de abordar temas como el capitalismo, el abuso a los adultos mayores, el empoderamiento de las mujeres, la corrupción, los fallos del sistema judicial y la ambición por siempre tener más, el problema es que en ninguno de estos temas nos ofrece algo que no hayamos visto, o por lo menos una visión distinta de los mismos temas. Por el contrario encontramos esbozos y pinceladas de esto y aquello que no terminan de cuajar en ningún momento, salvo en la escena final, que no resulta suficiente para reparar las casi dos horas que dura la película.
El guion, hecho por el mismo director, tiene un momento específico en el que cambia el tono y es prácticamente imposible no comenzar a cuestionarse cada una de las acciones y relaciones que vemos. La fotografía de Doug Emmett es concisa, mostrando una paleta de colores sólidos y una puesta en cámara bastante amplia y cuidada que a su vez está muy bien
acompañada del score compuesto por el músico Marc Canham, productor musical de cabecera del director Blakenson.
Sin duda Netflix tiene un montón de historias que contar, aunada a la capacidad de reunir elencos con una calidad sobresaliente, como es el caso de I Care a Lot. Pero esta cinta se una a las producciones estrenadas por la plataforma que prometen una propuesta en el trailer y entregan menos en el producto final. Algo palomero que, visto desde alguna perspectiva, puede generar alguna discusión entre los espectadores, o alentarlos a dejar la cinta sin terminar y buscar algo más que ver.
No es ni por asomo la peor película estrenada por la plataforma de streaming, pero tampoco sobre sale de la media. Tal vez lo que más resulta molesto es que en algún punto puedes comenzar a ignorar o pasar por alto los agujeros en el argumento, pero si el guion se empeña en arruinar lo que construye escena tras escena, no existe fuerza que haga al espectador entrar en la convención que propone.
Calificación 2 estrellas de 5.