La abogada Amy Coney Barrett se convirtió en la nueva magistrada de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos.
Ayer, el Senado aprobó a Barrett para ocupar la vacante que dejó la muerte de Ruth Bader Ginsburg.
Tras esa votación, por la noche la magistrada rindió protesta en una ceremonia en la Casa Blanca, en la que participó el presidente Donald Trump.
Un juez declara independencia no sólo del Congreso y el presidente, sino también de las creencias privadas que puedan motivarla”, aseguró Barrett durante la ceremonia.
Se trata del tercer nombramiento que realiza el mandatario en menos de cuatro años para ocupar un escaño en el mayor tribunal del país.
Al contar con la mayoría en la Cámara alta, los republicanos superaron a los demócratas para designar a la nominada del presidente Trump días antes de las elecciones.
Con ello, queda asegurada una mayoría conservadora en el máximo tribunal para los próximos años.
Es trabajo de un juez resistir a sus preferencias políticas”, dijo la magistrada de 48 años de edad.
La jueza seleccionada da pie a una nueva era de fallos sobre el aborto, la Ley de Cuidado de Salud Asequible e incluso su propia elección.
Con su nombramiento, se convierte en la 115 jueza en ocupar un escaño en la Corte.
Éste es un día trascendental para Estados Unidos’’, manifestó Trump en el evento de juramentación en el jardín sur de la Casa Blanca.
El juez Clarence Thomas le tomó el juramento constitucional a Barrett ante unas 200 personas.
La votación del lunes, por 52 a favor y 48 en contra, es el nombramiento más cercano a una elección presidencial y la primera de la época moderna sin el respaldo del partido minoritario.
Confirmar a esta nominada debería enorgullecer a cada uno de los senadores”, aseguró el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell.
Durante una sesión de fin de semana, el legislador declaró que los opositores de Barrett “no podrán hacer mucho al respecto por muchos años’’.
Los senadores republicanos, la mayoría de ellos con cubrebocas y sentados en sus curules, como dicta la tradición para votaciones de tal relevancia, celebraron el resultado.
Sin embargo, los demócratas no estuvieron presentes.
Durante semanas, la bancada opositora argumentó que la votación se apresuró de forma inapropiada e insistieron durante una sesión nocturna el domingo en que el ganador de las elecciones del 3 de noviembre debería ser el que nominara a una persona al cargo.
Tan es así que el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, denunció “hipocresía” y afirmó que la jueza no fue elegida por sus credenciales, sino por sus creencias de derecha radical.
El mes pasado, el candidato demócrata Joe Biden calificó como “abuso de poder” la nominación de Barrett, pues se esperaba que tuviera lugar tras las presidenciales, ya que considera que la administración de Trump está pidiendo al Supremo que acabe con el programa de salud Obamacare en medio de la crisis del coronavirus.
Desde el expresidente Ronald Reagan (1981-1989), ningún inquilino de la Casa Blanca había propuesto a tantos nominados para el alto tribunal estadunidense.
En 2018, Barrett estuvo en la lista de finalistas para el escaño que dejó el juez Anthony Kennedy, que fue ocupado por Brett Kavanaugh.
Al comienzo de su carrera como abogada, trabajó como secretaria del juez conservador Antonin Scalia. En ese tiempo adoptó una filosofía “originalista”, que defiende la interpretación de las leyes de acuerdo con la época en la que fueron redactadas.
Además, la magistrada podrá participar en su primera audiencia a partir del 2 de noviembre, un día antes de las elecciones presidenciales.
Por lo cual, podrá participar en caso de que se examinen posibles apelaciones contra los resultados de la votación.
Para hoy, está programada una ceremonia para rendir protesta en la sede de la Corte Suprema.
El magistrado presidente, John Roberts, encabezará el encuentro privado.
Información vía: Excelsior