Decenas de personas participaron la tarde del domingo 20 de julio en la segunda marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, la cual derivó en enfrentamientos con la policía y actos vandálicos. La movilización inició alrededor de las 16:00 horas en la estación Fuentes Brotantes del Metrobús, en la alcaldía Tlalpan.
El contingente, conformado principalmente por jóvenes, colectivos y vecinos de zonas afectadas como Fuentes Brotantes y Santa Úrsula, fue interceptado por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), quienes comenzaron a cerrarles el paso para controlar la movilización.
A medida que la marcha avanzaba, más elementos de la SSC se desplegaron para encapsular a los manifestantes. Con escudos formaron líneas de contención, con el objetivo de evitar daños como los registrados en la primera manifestación. Esto generó tensiones y enfrentamientos verbales entre los manifestantes y los uniformados.
Los jóvenes, en su mayoría encapuchados, reclamaron el trato policiaco y aseguraron que no eran delincuentes. Ante el intento de contención, algunos lograron romper el cerco y causaron daños en estaciones del Metrobús de la Línea 1, donde rompieron cristales y generaron pequeños disturbios.
Personal del Grupo de Diálogo y Convivencia de la Secretaría de Gobierno de la CDMX también acudió para mediar y evitar que el conflicto escalara. Inicialmente, la ruta de la marcha era hacia El Caminero, pero debido a la fuerte presencia policial, los manifestantes optaron por dirigirse hacia el norte.
La protesta tuvo como eje el rechazo al proceso de gentrificación que afecta a varias colonias de la capital. Este fenómeno, según explicó el geógrafo Luis Alberto Salinas Arreortua del Instituto de Geografía de la UNAM, implica la transformación de barrios populares por la llegada de habitantes con mayor poder adquisitivo, lo que eleva los costos de vivienda y desplaza a las comunidades originales.
Colonias como Roma, Condesa, Juárez y el Centro Histórico han sido epicentro de este proceso durante la última década. La presencia de extranjeros, especialmente nómadas digitales que rentan inmuebles a través de plataformas como Airbnb, ha reducido la oferta habitacional tradicional y ha encarecido los precios. En la colonia Juárez, más de 4 mil personas han sido desplazadas en los últimos 15 años, de acuerdo con organizaciones vecinales.
Además del impacto económico, la gentrificación provoca un sentimiento de pérdida cultural, reflejado en el uso creciente del inglés en comercios y servicios, lo que modifica la identidad barrial de muchas zonas de la ciudad.