El jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, liberó 12 millones de dólares para ayudar a los haitianos afectados por la violencia de las pandillas, indicó hoy la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH).
Los recursos del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF, por sus siglas en inglés) de la organización mundial ayudarán a proporcionar alimentos, agua, protección, atención médica y apoyo de saneamiento e higiene para los desplazados y comunidades de acogida en Puerto Príncipe, la capital de Haití, y el departamento vecino de Artibonito que también ha resultado afectado por la violencia, señaló la OCAH.
La oficina dijo que la situación en Haití sigue siendo tensa y volátil, además de que los ataques contra centros de salud están agravando la ya difícil situación. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), tres de cada cuatro mujeres y niños carecen de acceso a servicios de salud pública y nutrición en la zona metropolitana.
Sin embargo, la respuesta humanitaria de emergencia continúa.
La Organización Internacional para las Migraciones dijo que distribuyó más de 70.000 litros de agua en seis sitios de desplazados en toda la zona de Puerto Príncipe.
El Programa Mundial de Alimentos informó que hoy entregó 17.000 comidas calientes a desplazados en Puertos Príncipe.
A lo largo de los años, los haitianos han enfrentado desafíos políticos, sociales y económicos exacerbados por los recurrentes desastres naturales. Ahora la anarquía de las pandillas ensombrece todos los aspectos de la vida cotidiana, principalmente en la capital, Artibonito y otros sitios, indicó la OCAH.
La OCAH dijo que en lo que va de este año, alrededor de 5,5 millones de haitianos han requerido asistencia humanitaria. La violencia de las pandillas ahora se extiende hasta zonas rurales remotas conforme la presencia del Gobierno sigue debilitándose.
Las organizaciones humanitarias culparon a las persistentes deficiencias estructurales de agravar la falta de servicios básicos esenciales, convirtiendo hospitales y médicos en objetivos, y del desplazamiento forzoso de varios centenares de profesores, muchos de los cuales están huyendo del país.