El piloto en Sudáfrica, Rudolf Erasmus, vivía un día normal, tenía cuatro pasajeros a bordo de la avioneta durante el vuelo y de pronto sintió que “algo frío” se deslizaba por su espalda baja. Miró hacia abajo para ver la cabeza de una cobra del Cabo, una de las serpientes más venenosas de la región.

Después de tomarse un momento para recuperar la compostura, informó a sus pasajeros del polizón resbaladizo, convirtiendo el momento en prácticamente un “funeral”, con un silencio en todo el avión.

Erasmo pidió permiso al control de tráfico aéreo para realizar un aterrizaje de emergencia en la ciudad de Welkom, en el centro de Sudáfrica. Todavía tenía que volar por otros 10 a 15 minutos y aterrizar el avión con la serpiente enroscada a sus pies.

Una vez que se dio a viso, al departamento de bomberos y rescate se alistaron para la emergencia, incluido un manipulador de serpientes para recibir el avión en el aeropuerto.

Por increíble que parezca, el piloto mantuvo la calma y aterrizó ese avión con una cobra mortalmente venenosa acurrucada debajo de su asiento, mientras los pasajeros bajaban del avión un tanto incrédulos.

El veneno de la cobra del Cabo se considera tan peligroso como el de la mamba negra. Es un veneno principalmente neurotóxico que mata a la presa en cuestión de minutos. Para los humanos también es extremadamente peligroso. Sin tratamiento, una mordedura suele provocar la muerte en un plazo de 2 a 5 horas.

Cabe destacar que las autoridades dieron a conocer que tras desalojar la aeronave, no se halló a la serpiente, por lo que están analizando toda la estructura para saber si halló un escondite.