Hay conmoción en Honduras por la masacre de 46 reclusas en la prisión de Támara, cercana a Tegucigalpa, conocida como la PNFAS (Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social). En los medios del país abundan detalles escabrosos sobre el suceso, en el que mujeres de la banda Barrio 18 quemaron con gasolina y balearon a presas de la Mara Salvatrucha, con el resultado de 46 muertas y varias heridas.
Las preguntas se agolpan ante lo ocurrido, pero tal vez la más acuciante es cómo llegaron armas de grueso calibre y gasolina a las manos de las agresoras. “Esto nos da a entender que hay personas que admiten el acceso de estas armas. Y, si hay este tipo de personas, evidentemente, hay corrupción, y debe ser erradicada en su totalidad”, dice a DW Ricardo López, director del despacho de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de Honduras (CONADEH).
Los grupos criminales, fuertes en las cárceles de Honduras
César Muñoz, director asociado de la División de las Américas en Human Rights Watch, recuerda a DW que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó en abril de 2023 un informe en el que alertaba de corrupción muy grave en las prisiones de Honduras, así como de la falta de control del Estado en estos centros y la posibilidad de violencia, que no es nueva en las cárceles del país centroamericano.
A la corrupción, hay que asumar la situación de hacinamiento de los centros penitenciarios del país, en parte debido al elevado número de detenidos en prisión preventiva, a la espera de juicio. En esas condiciones, “es relativamente fácil para las pandillas o grupos criminales tomar el control de las instalaciones”, dice César Muñoz. Las personas detenidas se ven obligadas a escoger entre ingresar a la pandilla para estar protegidas o sufrir las consecuencias. “Lo que ha ocurrido en Támara revela la fuerza de los grupos criminales dentro del sistema penitenciario en Honduras“, sentencia el especialista de HRW.
Las “drásticas” medidas de Xiomara Castro
En Honduras se mira de reojo la mano dura de Bukele en las cárceles en su lucha contra las pandillas en El Salvador. Tras una cascada de destituciones, la presidenta del país, Xiomara Castro, hizo públicas las “drásticas” medidas que anunció tras conocer la noticia. Entre ellas, la militarización de las cárceles para dar respuesta a la violencia carcelaria. Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia en la UNAH, dice a DW que, con este “control exagerado”, lo que quiere el Gobierno es aplacar la tragedia, en lugar de emprender “acciones que tengan que ver con la resocialización o la reeducación” de los privados de libertad.
“Lo que el país necesita es una transferencia gradual del control de la gestión de las prisiones a personal profesional civil, especializado en centros penitenciarios“, dice, por su parte, César Muñoz. Otra de las medidas anunciadas por Xiomara Castro es la prolongación y ampliación del estado de excepción en el país, algo que Muñoz considera injustificado, ya que supone una suspensión de derechos básicos constitucionales de los hondureños.
“Granja penal” para detenidos de alta peligrosidad
En esa deriva hacia el “camino Bukele”, se encontraría el anuncio de habilitación de las Islas del Cisne “como granja penal” para el traslado de los cabecillas de las organizaciones criminales, considerados de alta peligrosidad. “Alcatraz en Estados Unidos ya la cerraron”, dice al respecto Migdonia Ayestas, señalando que aislar a los privados de libertad no cumple con la función que establecen los tratados internacionales, que es la rehabilitación y la reinserción social.
“Alejarlos de su familia también se vuelve un problema, porque eso significa tratar como escoria a estas personas”, enfatiza Ayestas. “La gente no entiende que los presos pierden la libertad, pero no los demás derechos”, dice la experta, quien duda que una “bukelización” tenga éxito en Honduras, porque el mandatario de El Salvador “tiene a su favor a la población, con más o menos el 90 por ciento de popularidad, y además tiene el control de los tres poderes del Estado, cosa que aquí no sucede”.